Tengo la idea que era algo más de la mitad del mes de abril y todavía se sentían los rezagos del verano, Norma. Toda la temporada había sido calurosa, la brisa de Punitaqui parecía una caricia que hablaba de mil cosas, esa brisa tibia que muchas veces llegó a ser caliente, como en aquellas lejanas épocas de la niñez pero en ese momento comprendí que ya no era niño y pensé que ocho semanas transcurrieron demasiado rápido, tenía que regresar y te prometo que eso me angustiaba, mis pensamientos acumulaban una nostalgia anticipada a medida que los días largos caían uno sobre otro.